Infundir seguridad al saludar
Estreche siempre la mano con firmeza y mire a la gente a los ojos, de forma tal que el saludo implique seguridad en sí mismo y a la vez le brinde algo similar al proceso del encuentro entre dos personas. Esto es simple, pero para no pocos parece a veces que sea una tarea de titanes por factores derivados de la timidez o el nerviosismo.
El asunto es digno de análisis para entender el porqué de esta clase de acción a recomendar. Mi madre me decía que no confiara en aquellos que, cuando me saludaban, o me hablaban bajaban su cabeza, o la desviaban hacia un lado para evitar el contacto visual. Hoy creo en ello puesto que, quien nada debe, nada teme, y por tanto es importante que mantengamos la frente arriba con valor civil y sin ningún asomo de falsa arrogancia o prepotencia.
Lo anterior se aplica en los saludos y en los diálogos y no tanto así cuando se presenta la perspectiva de un conflicto, momentos en los cuales, si la otra persona se encuentra desaforada, lo mejor será, hasta donde sea posible, evitar el contacto visual ya que el hacerlo podría precipitar un aumento en su agresividad.
Ello no implica que cuando tengamos que enfrentar algo que se convierta en una amenaza, el mantener de nuevo la frente en alto indicará la presencia del valor y la ausencia de cualquier perspectiva de cobardía pues, como dice el famoso refrán “Es mejor morir de pie que vivir arrodillados”.
Miami, Octubre 22 de 2015
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El silencio y su devenir
Algunos dicen que a veces el silencio es la mejor respuesta, cuando cualquier cosa que se agregue quizás traería energías no tan buenas como las que en realidad necesitamos, así como también es bueno recordar que es mejor ser feliz que poseer la razón, pues esto en algunos y no necesariamente en todos los casos podría ser un camino transaccional a escoger.
Pero, dirán otros, me quedo entonces quieto cuando quizás mi acción ayude a la resolución de conflictos?. No necesariamente, sería la mejor respuesta, puesto que allí en vez de conciliar lo que se haría es bobear, confundiéndose en tal caso la tolerancia con la "pendejancia".
El mejor termómetro por tanto, acerca de una determinada situación, será entonces el del quizás, el menos común de los sentidos, esto es el sentido común, el que si sabemos aplicar adecuadamente en nuestros procesos decisorios, con seguridad expresa generará mejores resultados, que si no lo aplicamos.
Miami, Octubre 29 de 2015
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