E N U
N M I O P I N I O N
El profeta enseña, el oyente escucha, y solo interrumpe,
para preguntar algo meritorio de aclaración, y no de cuestión. Profetas
pueden ser algunos, pero no todos. Me agrada mucho Gibran Khalil Gibra cuando
en su célebre libro El profeta afirma cosas como la siguiente : “Una mujer
que llevaba un niño en los brazos le preguntó sobre los hijos y él dijo: “Sus
hijos no son sus hijos, son los hijos del ansia de la vida por sí misma.
Ustedes son los arcos con los que sus hijos, cual flechas vivas, son
lanzados”.
“Y la sabiduría para reconocer la diferencia”, expresa la
reconocida oración de la Serenidad atribuida a Reinhold Niebuhr. (Wrigth
City, 1892-Stockbridge, 1971) y a otros autores más aun no precisado
completamente su origen, la cual expresa lo siguiente ““Dios, concédeme la
serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar
las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia;
viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las
adversidades como un camino hacia la paz; pidiendo, como lo hizo Dios, en
este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; creyendo
que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad;
de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente
feliz Contigo en la siguiente. Amen.”
De ahí que, evocando de nuevo a Gibran recordemos lo que una sacerdotisa expresó: “Dinos sobre la razón y la Pasión. Y él respondió: Las almas son un campo de batalla de la razón y la pasión, pero debemos elevar la razón a la altura de la pasión, y, como el fénix, realza de sus propias cenizas. Cuando compartan la paz y la serenidad de los campos entonces diremos con nuestro corazón que Dios reposa en nuestra Razón; y cuando el viento poderoso sacuda los bosques entonces diremos con respeto: Dios actúa la pasión”.
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