Por: Ricardo Tribin
Acosta
El
poder es un elixir y una adicción ya que, quien en él se envuelve, a veces
piensa que es , o la ultima Coca Cola
del desierto, o quizás la mamá de Tarzán, y por ello sueña con ejercerlo
a perpetuidad o al menos hasta que se tenga edad y salud para poder
experimentarlo en forma normal, aunque en algunos casos conocidos, como los de
las monarquías o las dictaduras, equívocamente se asume la durabilidad de por
vida y por tanto no conciben, ni siquiera en una mínima expresión, la
perspectiva de la sucesión.
De
ahí que sea importante traer a colación que el logro más importante no es el
dominio que obtienes sobre otros, sino la conquista de si mismo, implicando
ello que es posible quizás subyugar a los demás con el poder de las armas, del
dinero, o lo laboral, por un determinado tiempo, mas no será factible que esto
sea de por vida, puesto que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.
De
lo anterior se sacará entonces como corolario el que la gran victoria
individual podrá alcanzarse cuando logremos conocernos bien y tenemos la
disposición de cambiar aquello que nos atormente, todo esto enmarcado en lo que
llaman pecados( o mejor defectos) capitales, constituidos en su deficiente
expresión por soberbia, envidia, avaricia, ira, pereza, gula y lujuria.
Miami,
Junio 21 de 2014
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